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lunes, 5 de noviembre de 2012

Pastillas VS toros (enviado por Greta)

Recuerdo con cariño como preparábamos la abuba y yo las cenas en los días corrientes, los días sin invitados, ni mantel en el comedor, ni merengues de café. Normalmente yo no comía en casa (aquella era mi casa por aquel entonces) y para la cena me guardaban siempre parte del almuerzo: menestra, pollo empanado con arroz, o cualquier otro sencillo pero delicioso plato. Ella por su parte, se conformaba con un pequeño trozo de queso fresco con miel y un Petit Suise. Si le preguntaba si no tenía más hambre ella me respondía que no quería engordar, tan coqueta como una adolescente en plena dieta del bikini. La abuba también le preparaba un platito al abubo y los tres cenábamos viendo la tele en la bombonera. Cuando el abubo acababa: “niña me pones mi Manasul”(la infusión que tomaba cada noche) “con dos de sacarina no te olvides” (creo que durante dos años me repitió todos los días lo de las dos de sacarina). Ese día la abuba insistió en preparárselo ella. La vi por casualidad machando una pastilla y media que echó en el Manasul junto con la sacarina. “?Qué es eso abuba?” le pregunté. Me dijo que el doctor le había recetado media pastilla, pero que “por si acaso” ponía una más, “para que el abubo duerma mejor“. Me recordó al cuento de caperucita roja, cuando el lobo disfrazado de abuelita respondía “es para verte mejor…”, solo que en este caso la abuba era a la vez los tres personajes, la abuelita, la inocente niña y el astuto (que no feroz) lobo. Nota: el abubo nunca sufrió sobredosis de somníferos ni nada parecido. De hecho ni siquiera las pastillas solucionaron el problema ya que el abubo seguía peleándose en sueños y la pobre abuba en vigilia. Un día el abubo se levanto con un ojo morado. Había luchado con un toro en los San Fermines. La siguiente solución fue una barra dy hierro separando ambas camas.